lunes, 10 de enero de 2011

Atmosfeara

Cada silencio se clava en mi alma como un cuchillo.
¿Desconfianza?
¿O tu forma de ser?
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No era el momento, ni tampoco el lugar.
Pero algo muy dentro me hizo recordar...
Las lágrimas empañaban mis ojos mientras el cuerpo del joven caballero caía lentamente sobre las frías tierras de Solamnia.
Balin muere en las minas que un día sonó con resucitar...en las cavernosas estancias de Moria.
Maestros y aprendices perecieron bajo el sable de aquel que un día podría retornar de entre las sombras y amar la estrellas.
Uno a uno, sus cuerpo son depositados ante mis ojos.
Mientras las lágrimas inundan la seriedad de mi rostro.
Me veo morir una y otra vez y no soy capaz de cambiarlo.


De rodillas, frente al lago, contemple la quietud.
Y pude reír.
Un sentir eterno, no conocedor de fin, que me abraza y es yo.
Un dolor interminable que despunta por su amor a la alegría.
Unos labios que callan y cuentan.
Pero que ocultan.
Puedo llorar.
A veces reír.
Pero es normal, que me cueste entender.

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